Socialismo de Morón: LA POSICION SOCIALISTA SOBRE LAS RETENCIONES

13 julio 2008

LA POSICION SOCIALISTA SOBRE LAS RETENCIONES


El 9 de julio, el Senado de la Nacion invito al compañero Alejandro Rofman, en su calidad de experto, para opinar sobre el tema de retenciones que esta discutiendo la Cámara Alta. El presidente del PS, senador Giustiniani, prefirió retirarse del recinto para no escuchar la intervenciòn del reconocido economista del PS, de la UBA y del Plan Fenix. Dr. Alejandro Rofman.

"Muchas gracias por haberme invitado a esta casa que frecuenté cuando era muy joven porque venía a escuchar al doctor Alfredo Palacios desde las gradas de las galerías. En ese aspecto, me siento muy conmovido por estar en el mismo espacio que él frecuentó tantos años. Fue mi maestro desde el punto de vista político. Siempre adquirí con su voz y su consejo la capacidad que medianamente pude acumular. Mi exposición va a tener otro signo que las que estuvieron escuchando recién, en tanto y en cuanto parte de un concepto que lo he expresado en muchos de mis libros.

Aclaro que tengo varias décadas de investigador del CONICET y estoy también a cargo de la Comisión de Economías Regionales del Plan Fénix, donde tenemos reuniones todos los años en todo el país, en todas las universidades públicas, por lo cual estamos muy al tanto de lo que sucede en el inmenso arco de opciones que se abren en nuestro interior. Quiero partir del concepto, como lo dije en una publicación periodística reciente en el diario de que hay otro campo, que hay varios campos, que no hay un solo campo, que no es la cuestión entre el campo y el gobierno, sino que hay muchos campos, y el campo más importante en términos de población, en términos de compromiso con la tierra, en términos de su situación realmente difícil, crítica, complicada, que no es de hoy sino que ya viene de tiempo atrás, es justamente el otro campo, el campo de los pequeños productores, el campo del campesino, el campo de los agricultores familiares, el campo de los descendientes de los pueblos originarios. ¿Por qué quiero hacer énfasis en esto? Porque la discusión se ha centrado en estos 90, 100 días entre la capacidad que supuestamente tiene o no, según los que los defienden ,los productores agrarios de un sector de la pampa húmeda –no toda- y la política oficial en cuanto a la imposición de derechos de exportación. Y en cambio se sigue sin hablar de que cualquier política sectorial, cualquier avance que se haga en términos de ir creando especiales tributos a un segmento de la actividad agropecuaria argentina no puede realizarse aislada de un marco de un proyecto de desarrollo rural integral que abarque a los 330.000 productores agrarios que hay hoy en la Argentina. Los que discuten esta situación de hoy, los que protestan son 70.000 productores de la pampa húmeda y a lo sumo algunosmiles más, pocos más, que se han ido extendiendo en zonas que hasta ahora no estaban sujetas a la producción de soja y que han ido siendo incorporadas en los últimos años. Esto es sin desmerecer esta cuestión; la podemos conversar. No tengo inconveniente en absoluto, y voy a hacer alguna referencia.

Me parece que hay otra cosa muy importante que habría que tener en cuenta en este debate, una vez superado el mismo, cualquiera sea la solución que se acuerde en cuanto al porcentaje de retenciones, porque al fin y al cabo, por lo que se vio al final del debate anterior, esa es la cuestión: ¿cuánto cree usted que hay que aplicar de retenciones: 33, 28,5 ó 41,2. Esa es la discusión. En cambio, todavía no se discute –ojalá se discuta muy pronto la política de desarrollo de la amplia estructura agraria de la Argentina, que es muy heterogénea, que tiene un perfil social tan diferente entre un productor de 3.000 hectáreas de la pampa húmeda –podría dar nombres y hay distinguidos colegas míos que han hecho un cuadro de los principales productores agrarios de la pampa húmeda, con nombre y apellido- y el pequeño productor de frutas del Alto Valle, que todavía tiene su monte cubierto con variedades que ya no tienen espacio en el mercado mundial de la fruta en fresco por lo que tienen que venderla a la industria para sobrevivir, y en muy malas condiciones; o el pequeño productor de uva de mesa en la región cuyana, dado que corre peligro, como lo dijo la actual diputada Montero, de que desaparezcan nada menos que 10.000 productores, que estaban en situación muy crítica; o los pequeños productores de olivo que están en franca desventaja frente a los grandes grupos económicos favorecidos por la ley de diferimientos impositivos, que han realizado grandes inversiones en el área de los olivos, quitándoles la posibilidad de reingresar al mercado por su imposibilidad de reconvertirse.

Estamos hablando de un proceso productivo signado por la presencia de dos terceras partes del país de pequeños productores, de los cuales prácticamente el 50 por ciento del total no tienen ingresos, o sólo los tienen para subsistir o, incluso, menos que eso. Un 40 por ciento son pobres. Tengo toda la documentación al respecto en materiales producidos por expertos contratados por la Secretaría de Agricultura. Es un trabajo interesante que recomiendo a todos, publicado hace dos años por la Secretaría de Agricultura y realizado por tres muy capacitadas economistas y sociólogas rurales. Entonces, me parece que esta discusión vale la pena hacerla no por el porcentaje. sino porque hay que reconocer el proceso que atraviesa a lo largo y ancho del país el área rural, que exige una política concertada que tenga como principal objetivo el salvataje de ese 50 por ciento de pequeños productores para que vuelvan a sus fincas No como el gran productor o como el mediano de la pampa húmeda, que vive en la ciudad. El que vive en su finca, con su familia, que cuida la tierra, que trata de sobrevivir trabajando con el mercado, produciendo para su propio consumo o incluso vendiendo su fuerza de trabajo extrapredialmente para tener los ingresos necesarios.

Quería hacer esta advertencia inicial, porque me parece que podríamos ver este análisis que se está haciendo hoy desde otra perspectiva si lo tenemos en cuenta, desde otra visión.No podemos discutir, durante jornadas y jornadas —que es lo que ha sido la materia de discusión— por tres, cuatro, cinco u ocho puntos de porcentaje. El ingeniero Huergo demostró al final de su intervención, la capacidad económica del pequeño productor sojero de la pampa húmeda. El fenomenal ingreso que tiene, que quisiera tener un trabajador; un pequeño productor de la pampa húmeda que alquila su predio a los de siembra, a los fondos de inversión o a un grupo que se reúne y haceuna operación. Lamentablemente tenía datos el ingeniero Huergo que él publicó en “Clarín Rural” para contestar la pregunta y no lo hizo. Por una campaña está recibiendo, según la zona, entre 200, 300 o 400 dólares por hectárea. Pongamos 300 dólares y 100 hectáreas. Está recibiendo por campaña —porque eso es lo que se alquila— 30 mil dólares. Quiere decirque él puede vivir en la ciudad con 2.500 dólares por mes de ingreso; un ingreso que lo coloca seguramente en el primer o segundo decil de la matriz de distribución del ingreso—por tramos de ingreso— que publica usualmente el INDEC a partir de la Encuesta Permanente de Hogares. Entonces estamos en una situación en donde tenemos que valorizar el material humano que hay en la estructura agraria argentina. El 50 por ciento de lo que se consumeen los hogares argentinos en comida proviene de la agricultura familiar. Proviene del pequeño productor, que hace legumbres, hortalizas, frutas, yerba mate, té, productos aromáticos, etcétera. Eso es muy importante, porque es nuestro respaldo para que no emigre más la población rural del interior. Es nuestro seguro para la ocupación de la tierra por las familias productoras. Exige una atención permanente para ellas en términos de su calidadde vida, en términos de los bienes públicos que se les debe ofrecer: de salud, de educación,de vivienda, de forma tal que su permanencia en su predio constituya un objetivo amediano y largo plazo, y garantice el no abandono. Hablo otra vez con el estimado senador de Río Negro que recién hizo el atinado comentario sobre lo que recibe el pequeño productor. Si uno recorre la ruta que bordea el Río Negro —lo hice hace muy pocos meses—, de repente ve espacios muy grandes, con monte salvaje. Y pregunta ¿qué es esto? ¿Cómo puede estar sin producción? No. Nadie produce. Lo abandonaron; es un predio abandonado. Y eso ocurre en la mitad de los establecimientos ovinos de la Patagonia. También ocurre en Cuyo y en muchos otros lugares. Tenemos que evitar la emigración rural; ésa es la prioridad de la discusión. Considero, honesta y sinceramente —son cuarenta y cinco años que estoy trabajando en este tema— que esa debe ser la principal preocupación. Esta cuestión es una discusión entre el segmento más enriquecido de la actividad agropecuaria argentina. Nadielo puede negar. Lo acaba de decir el ingeniero Huergo; no lo digo yo. Tengo los datos de un trabajo excelente —lamentablemente no está el senador Giustiniani, que es de la zona— hecho en el sur de Santa Fe por dos distinguidas colegas de la Universidad Nacional de Rosario, en donde constan los beneficios de un predio de 120 hectáreas dedicadas a la siembra de soja para la última campaña, tomando en cuenta las modificaciones de la resolución 125, anteriores a la última y anteriores a las que se implantaron cuando la sanción de la Cámara de Diputados. Entonces, es muy importante reconocer que pareciera ocioso seguir discutiendo esta cuestión cuando existen urgencias tanto o más importantes en la estructura agraria argentina, que tienen que ver con la permanencia de no menos de un millón de habitantes que viven en los predios; con la calidad de vida de esos habitantes; con la alimentación cotidiana de las familias que viven en los lugares donde no producen esos productos sino que los compran en el mercado. Y con el equilibrio demográfico de la Argentina, que se debe tratar de mantener a toda costa para evitar el vaciamiento de zonas muy importantes del interior, sobre todo del norte, del oeste y del sur del país. Hecha esta pequeña introducción —perdonen el apasionamiento, pero es lo que suelo tener como buen rosarino—, voy a hacer un pequeño comentario —tengo cinco minutos todavía— sobre la cuestión que aquí se estuvo debatiendo, aunque ya lo hice tangencialmente.

Un productor sojero tenía en el año 2001, antes de la devaluación, un precio por tonelada de su producción de 200 dólares o 200 pesos, porque regía la “maldita y perversaconvertibilidad” —como decía García Márquez en su hermoso cuento—. Ocurrió ladevaluación. Se transformaron en 600 automáticamente. Pero en el último año ocurrió elaumento de precios internacionales. Ayer la tonelada estaba bordeando los 570 dólares. En síntesis, hoy en día, sin retenciones el productor de soja ha pasado de 200 pesos la tonelada a 1.710, es decir, un 850 por ciento de aumento. Esto es lo que un señor senador —que lamentablemente ahora no ubico— denominó recién como una “renta extraordinaria”. Nadie lo puede negar. Yo soy jubilado del CONICET. ¿Quién de nosotros puede decir que de 2001 a hoy le ha ingresado 850 por ciento más de recursos? Tengo las cuentas; no quiero abrumarlos con números. Pero en la revista “Márgenes Agropecuarios” —que antes se citó y que hoy fertilizante es el 7 por ciento del monto del costo de producción. De modo tal que, auncuando haya aumentado 150 o 200 por ciento no incide en la rentabilidad real. Rentabilidad que está compuesta, por una parte, por renta de la tierra, y por otra parte, por beneficio empresarial. Entonces, estamos en presencia de un productor que tiene buenos ingresos. En esta discusión no quiero terciar; mi querido amigo Rubén Giustiniani recién preguntó cuánto tendría que ser el monto de porcentaje de la retención. Esto es una lotería. ¿Quién puede decir cuánto es justo? “Este es el valor”. ¿Con qué libro abona ese valor? Es una decisión política. Estrictamente política. Es una decisión en la que tiene que ver, como algunos dijeron, la cuestión fiscal. Sin duda. Seríamos ingenuos. Es dinero que entra al Estado. ¿Cómo no va a ser cuestión fiscal? Otros dicen que es para evitar el aumento de los precios que tendría que pagar un consumidor argentino con respecto a su valor internacional. Sin duda. No sé cuánto cuesta el kilo de pan en Uruguay hoy. Pero yo estuve en Brasil y en el Uruguay, haciendo trabajos de mi profesión, en los últimos meses. En Brasil la nafta vale el doble. En Uruguay la nafta vale el doble. En Brasil el transporte público vale cuatro veces lo que vale acá. Me cobraron el equivalente a cuatro pesos argentinos el boleto de colectivo para andar por Río. Entonces, evidentemente, para algo sirve tener una retención móvil sobre el petróleo, de la cual se habla muy poco. Todos sabemos que el petróleo, hasta los 42 dólares por barril, queda en manos de la empresa petrolera que lo exporta. El resto, casi cien dólares por el aumento del precio internacional, entra en el bolsillo del Estado. Eso es un ejemplo de cómo un productor, un actor económico, con muchos recursos, que tiene beneficios extraordinarios, porque no provocó el aumento del precio, tomó un precio internacional y lo vende a ese precio, como el sojero, no produjo incremento de precio; produjo sí baja de costo social. Produjo ganancia empresarial pero no incremento de la renta de la tierra. Por otra parte, revisar ahora el tema de la renta de la tierra es como decir que no se puede viajar en subte de aquí a Primera Junta. Es un hecho cierto. Existe renta de la tierra que está consentida y estudiada para cualquier estudiante de la economía de cualquier universidad del mundo, como cualquier materia de su proceso de aprendizaje. Entonces, renta de la tierra es el alquiler. ¿Cuánto cuesta alquilar la tierra? Esa es la renta, como en el petróleo es la regalía; es la renta. La regalía supone un porcentaje de captación de la provincia donde está el recurso, porque son recursos no renovables. Ni la tierra ni el petróleo se puede multiplicar. No es como el curso de agua; es un recursonacional no renovable. Y cierro con esto. Hay un dato que es incontrovertible, lo publicó el diario "La Nación", que todos sabemos tiene una orientación determinada en cuanto a este conflicto. El día jueves 22 de mayo sobre el tema de los precios de la tierra rural trajo a colación información que le proporcionó la Compañía Argentina de Tierras Sociedad Anónima, que es la másimportante inmobiliaria rural de la Argentina, don Alejandro de Elizalde, director general de Elizalde, Garraham y Cia. y la firma Alzaga Unzué y Cia. Como ustedes podrán apreciar por los nombres, y si conoce la toponimia de la clase terrateniente argentina, estamos bastante cerca. Entonces, el periodista don Fernando Bertello le pregunta cómo va el tema de la tierra rural en el medio del conflicto.

Dicen: ha bajado la oferta pero nadie baja los precios. ¿Cómo que no bajan los precios? No, dice el señor Elizalde, los precios de los campos agrícolas ya cumplieron en 2007 seis años ininterrumpidos de suba y ahora en 2008 la tendencia no se revirtió. Más adelante dice que la suba de precios de campos fue del 22 por ciento en dólares en las zonas maiceras, sojeras, núcleo de la provincia de Buenos Aires, etcétera. En los mejores campos del norte bonaerense, un campo de mil hectáreas puede llegar a dejar ingresos de más de 400.000 dólares por año aproximadamente. Como dijo recién el ingeniero Huergo, este productor de mil hectáreas que quiere alquilar su campo está sentado sobre 400.000 dólares al año de renta y, seguramente, si tiene el valor de la hectárea, más o menos en la zona más rica, que son 11 ó 12 mil dólares en 11 ó 12 millones de dólares de tierra. Si esa es la situación del mercado de tierra es porque hay confianza en su rentabilidad, es porque se espera seguir obteniendo muy buenos ingresos. Si nadie vende es porque todos esperan que eso le rinda en el futuro recursos muy interesantes, como cualquier empresario de la ciudad, para no referirnos al campo. No va a vender su negociosi sabe que va a ganar en el futuro. Si sabe que la situación se le pone difícil, lo remata. Pero si sabe que tiene un futuro promisorio, lo conserva. A esos valores, evidentemente, conviene conservarlo. Sería muy afortunado que me dieran, por lo menos, cien hectáreas y me conformo. En síntesis, lo que me parece muy importante, en primer lugar, es situar este problema en el contexto de un programa de desarrollo rural que atienda sobre todo a los más débiles, a los más pobres, a los más necesitados, que son mayoría en la estructura agraria argentina y, en segundo lugar, quitar dramaticidad a la discusión de los porcentajes, porque estamos hablando con el segmento más rico de la Argentina. Merece ese segmento considerar su presencia en el mercado de producción agrícola de laArgentina en función de sus recursos. Y el Estado, más allá del número a que se llegue—no estoy discutiendo eso porque no es mi competencia—, tiene la obligación en nombrede la sociedad, de recuperar la renta que supone un valor extraordinario en términos de su desarrollo histórico, como lo acabo de demostrar yo, y lo planteó muy bien al final elingeniero Huergo. Tiene la obligación de recuperarlo para que efectivamente después veamos entre todos los argentinos cómo se utiliza esa recuperación. Efectivamente, el debate está abierto, debe abrirse mucho más, debe consultarse a todos, a los grandes, a los medianos y a los pequeños. Debe consultarse al Foro Nacional Campesino, que representa mucho más que los productores sojeros del país.

Estoy hablando de seres humanos, no de plata. Y debe consultarse a los profesionales queconocen el tema, los que vienen de la universidad pública, de la querida universidad pública, de la castigada universidad pública, como el ingeniero Giberti, que con sus 90 años sigue siendo la reliquia más valiosa que tiene el capital humano argentino en conocimiento de ingeniería agronómica, que no tiene campo, que no comercia con fertilizantes, tiene la capacidad de ver la realidad —pobre en este momento no ve porque está semi ciego— como la vio en toda su trayectoria.

Nada más.